Rafael Poch entrevista al estadístico alemán Gerd Bosbach, autor deMentir con las cifras: cómo nos manipulan con las estadísticas
Gerd Bosbach, entrevistado por Rafael Poch |
Lügen mit Zahlen: Wie wir mit Statistiken manipuliert werden - Heyne Verlag, Berlín, 2011 |
"No confíes más que en la estadística que tú mismo has falsificado", decía el cínico."Hay tres tipos de mentiras; las mentiras, las mentiras infames y las estadísticas", concretó el primer ministro británico Benjamin Disraeli. Gerd Bosbach, un eminente estadístico alemán con pasado de asesor de los ministerios de Economía, Finanzas y del Departamento Científico del Bundestag, arremete en un libro de gran impacto contra la manipulación con las cifras en tiempo de crisis. Se trata de un genuino producto de la Alemania enfadada contra la manipulación y el engaño. Nunca la desconfianza hacia las frías cifras servidas en caliente fue más actual y razonable que hoy, cuando las sociedades están sumidas en recortes.
En Alemania no ha habido explosión de costes sociales, los éxitos"históricos" en desempleo no impiden que el número de horas trabajadas se haya reducido en un 10% desde 1991, dice Bosbach (Euskirchen, 1953).
Puede que la demografía imponga ciertas cosas; pero, desde luego, no determina necesariamente el recorte social: el siglo XX conoció una ampliación sin precedentes del Estado social en Europa, en condiciones de clara regresión demográfica y envejecimiento. Tampoco es verdad que en Oslo haya casi un millón de marmotas. Sin embargo las cifras son claras: si por cada noruego hay 75 alces y 90 marmotas, y en Oslo viven, digamos, 10.000 noruegos, quiere decir que en Oslo hay, nada menos, que 750.000 alces y 900.000 marmotas.
"Algunos griegos son homosexuales, Sócrates es griego, luego Sócrates es homosexual", decía hace muchos años Woody Allen. Usted va aún más lejos: dice que en Oslo viven 750.000 alces y 900.000 marmotas ¿Cómo se llega a estas interesantes conclusiones?
Estas conclusiones falaces son frecuentes. Un ejemplo alemán: lentamente, pero la economía está creciendo. Nuestra población disminuye. Y casi todos debemos apretarnos el cinturón. O sea, que la cocina productiva se hace mayor, hay menos comensales..., ¿y debemos comer menos? Políticos y expertos nos toman por tontos.
EL MISMO GASTO SOCIAL "DESDE HACE DÉCADAS"
Hay tres afirmaciones que han adquirido rango de dogma de fe en la Alemania de hoy –y no sólo en Alemania. La primera es que los costes de la sanidad han crecido astronómicamente en los últimos años. Nada menos que un 70% desde 1991. ¿Afirma usted que no es verdad?
En términos absolutos, los costos han aumentado. Pero, también lo han hecho los costes de las vacaciones y de las dietas de los diputados y el gasto general del Estado. El motivo es simple: suben los precios, crece el bienestar general y con ello el costo de casi todo. Por eso, hay que fijarse en las cifras relativas: ¿Cuánto de nuestra prosperidad, medida en PIB, gastamos en salud? Y eso se ha mantenido durante décadas casi igual: alrededor de un 10%. O sea: de explosión de costes, nada.
"SE TRABAJA MENOS QUE EN 1991"
La segunda es que Alemania registra un récord histórico en empleo. ¿Por qué la discute?
Porque muchos empleos a tiempo completo se han convertido en empleos a tiempo parcial, y esos pequeños empleos están tan mal pagados que la gente apenas puede vivir. Además, se ingresa menos en el seguro social, lo que da lugar a agujeros y aumentos de cotización. La más simple estadística lo certifica: el número total de horas trabajadas se ha reducido desde 1991 en más de un 10%....
"EL SIGLO XX Y LA TRAMPA DE LA DEMOGRAFIA"
La tercera, con validez para toda Europa, es que la demografía determina que tengamos que jubilarnos más tarde. La leí, por primera vez, en Der Spiegel, con todo tipo de gráficos en los años ochenta y decía que en 20 años se acabaría la seguridad social. Ahora vuelven con ello ¿Donde está la trampa?
Si la demografía tuviera que llevarnos a retrasar la edad de jubilación, el siglo pasado la habríamos retrasado con carácter masivo; sin embargo, ocurrió lo contrario. En Alemania pasamos de los 70 a los 65 años. Y eso mientras se reducía la semana y el año laboral con un ingreso más tardío en la vida laboral y con un incremento general del bienestar. Del panorama general del siglo pasado se desprende el sinsentido de la actual discusión: en el siglo pasado la parte joven de la población cayó en Alemania de un 44% a un 20% y el bloque de los jubilados pasó de ser el 5% de la población al 17%, mientras la esperanza media de vida aumentaba por encima de treinta años. Todo eso no dañó los sistemas sociales y económicos, sino al contrario.
"PODEROSOS INTERESES"
¿Entonces por qué son tan frecuentes esas tergiversaciones?
Detrás de las cifras hay poderosos intereses, que divulgan eso con gran ímpetu, y –por desgracia– con el apoyo de muchos políticos. Dando por bueno lo de la explosión de costes en la seguridad social, no nos preguntamos porqué los ingresos más altos contribuyen tan poco al sistema. Si creemos en el milagro de empleo, también creemos en la eficiencia de la economía y del gobierno. Con el debate de la demografía se introducen los seguros privados de jubilación. De esta forma los recortes se aceptan sin queja.
Usted dice que los políticos acuden a los estadísticos y a los sociólogos no para informarse de la realidad, sino para encargarles que confirmen sus tesis con cifras y encuestas. ¿No exagera usted?
Esa es mi experiencia en el asesoramiento político y en mis tratos profesionales con políticos. Mediante datos aparentemente objetivos, se pueden vender como sin alternativa lo que son opciones. Esto puede observarse en Alemania, con la llamada "pensión Riester" (un fondo de jubilación privado patrocinado por el Estado, mediante subsidios y exenciones fiscales).
"REPITIENDO, COMO LORITOS"
A juzgar por lo que usted explica, la ciudadanía de las sociedades democráticas no está particularmente "bien informada" ¿Cual es el problema?
Confían demasiado, sin pensar por sí mismos. De lo contrario, se darían cuenta, por ejemplo, de que con un PIB en ascenso y menos población no todos tendrían que ahorrar.
¿Podemos hablar de corrupción informativa?
Los medios de comunicación se limitan, muchas veces, a repetir como loritos lo que se les explica desde el mundo de la economía, la política y de los expertos. Muchos ciudadanos escuchan mil veces una mentira y se la creen, olvidando una verdad leída una sola vez.
EL ESCEPTICISMO COMO ANTÍDOTO
¿Existe una cocina central, un Estado Mayor de las ‘verdades’ que conviene promocionar en la sociedad?
No, el mundo no es tan simple. Influyentes grupos de interés respaldados por decenas de miles de millones de euros pueden divulgar su opinión con eficacia; pero, por suerte no siempre. Un ejemplo alemán fue el previsto despliegue de misiles nucleares en Alemania Occidental, hace treinta años. Mucha gente ilustrada logró entonces influir en la opinión pública. Por desgracia, a veces son necesarios accidentes como el de Fukushima para desplazar las mentiras sobre la seguridad de las centrales nucleares.
¿Cual es el antídoto contra el bombardeo de mentiras del que usted habla en su libro? ¿Como puede defenderse el ciudadano?
En el libro hay una lista de quince pistas en materia de decisiones importantes. Para casos menos importantes, recomiendo hacerse las siguientes preguntas: 1- ¿Qué interés tiene el autor de las cifras en embellecer el asunto? 2- Preste atención al contexto. Por ejemplo, en la queja sobre escasez de mano de obra especializada ligada a la demografía, cuando en los últimos años muchos jóvenes no han sido formados. La demografía no tiene nada que ver. El problema es que ha habido un esfuerzo insuficiente en educación. 3- No se fíe de los cálculos aproximados. Cuando un gran consorcio anuncia que ha tenido 5000 millones de beneficio anual, esa gran cifra dice muy poco. Si sabemos que el consorcio tiene cien mil empleados, eso significa 50.000 euros de beneficio –para los accionistas– por cada empleado. Con esa información se llega fácilmente a otras valoraciones. 4- Pregunte usted, por ejemplo, a su agente de seguros, o de banca. De esa forma, comprobará, con cierta frecuencia, que no es que usted sea tonto, sino que los otros le quieren ocultar algo.
Fuente: http://matematicas-maravillosas.blogspot.com/2011/06/mentir-con-las-cifras.html
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